Acerca de la campaña
En el sector de la moda, las marcas invierten millones con el objeto de promocionarse como éticas y sostenibles, y hacen muchas declaraciones jactándose del pago de un salario digno a sus trabajadores. De hecho, el Verificador de la moda muestra cuán lejos está esto de la verdad, al dar acceso a los consumidores y a las trabajadoras/es de la confección, a datos reales sobre las cadenas de suministro de las principales marcas del mundo.
El poder en la industria de la confección
Consideramos que todas las trabajadoras/es de una cadena de suministro, tienen derecho a un salario justo. Las trabajadoras/es que fabrican los productos para el mercado de las prendas de vestir y la ropa deportiva, han ganado salarios de pobreza salarios de pobreza Nuestra investigación pone en evidencia que ninguna marca de ropa importante puede demostrar que las trabajadoras/es en sus fábricas de Asia, África, América Central o Europa del Este, reciben un salario suficiente para vivir.
En 60 millones se estima la cifra de trabajadoras/es que impulsan la industria mundial de la confección, permitiéndole generar sus miles de millones de beneficio. La mayoría trabaja jornadas inhumanas y debe tener diferentes trabajos para sobrevivir. Aproximadamente el 80% de estos trabajadores son mujeres. Y no es por coincidencia. Las trabajadoras/es que ganan salarios de pobreza tienen poca o nula posibilidad de luchar por sus derechos, razón por la cual se ven obligadas a seguir trabajando en condiciones de explotación. Es un desequilibrio de poder sistemático integrado a la industria.
Ganar un salario digno
Exigir un salario con el que se pueda vivir no debería despertar controversias. En 2015 pedimos un 'salario digno ahora' Han pasado cinco años y no ha habido avances. Es hora de un cambio. Es hora de abordar las causas sistémicas de los salarios de pobreza en la industria de la confección y el calzado, y de obligar a las marcas a que tomen en serio la rendición de cuentas.
Durante décadas, las marcas y los minoristas han potenciado sus beneficios sobre la base de los precios bajos. La sobreoferta mundial de las prendas de vestir generado por la moda rápida, da poder a las marcas. Así pueden ejercer presión sobre sus proveedores para que acepten producir prendas de vestir y calzado a los precios más bajos posibles. Se supone que el precio que las marcas pagan a sus proveedores, es suficiente para cubrir los gastos de funcionamiento de la fábrica, comprar el material de producción, enviar los productos, pagar la mano de obra y dejar un margen de beneficios para la fábrica. Los salarios de las trabajadoras/es son el costo más fácil de recortar.
Centrar la atención en la cadena de suministro
Nuestro principal objetivo son los salarios y la transparencia. La verificación de los salarios de las trabajadoras/es es actualmente la única manera fiable de comprobar, si las marcas pagan lo suficiente a las fábricas en su cadena de suministro para funcionar de forma segura y justa. Las marcas que sistemáticamente pagan muy poco por la producción, obligan a las fábricas a tomar decisiones difíciles. Si a una fábrica no se le paga lo suficiente, primero recortará los salarios de las trabajadoras/es para cubrir otros gastos. Los salarios y la seguridad de las trabajadoras/es son de menor prioridad porque siempre habrá gente que necesite el puesto de trabajo.
Las marcas están obligadas por el Principios rectores sobre las empresas y los derechos humanos a dirigir sus negocios de manera responsable. Ganar un salario con el que se pueda vivir cómodamente por una semana de trabajo de 48 horas, es un derecho humano fundamental. Esto significa que las marcas deben poder demostrar que sus proveedores reciben un pago suficiente para pagar así mismo a sus trabajadoras/es. La mayoría de las marcas ni siquiera calculan cuánto tendrían que pagar a las trabajadoras/es en su cadena de suministro, para que puedan ganarse la vida dignamente. Los gobiernos mantienen deliberadamente bajos los salarios mínimos para alentar a las marcas extranjeras a producir en su país. Y los proveedores subcontratan intencionalmente a trabajadores menos formales con el fin de pagar lo menos posible por la producción.
Género en la industria de la confección
Las mujeres realizan una gran parte del trabajo informal, ya sea trabajando por su propia cuenta o por subcontrato. Sus salarios son aún más precarios. Las diferencias salariales entre hombres y mujeres siguen siendo al día de hoy una de las mayores injusticias sociales. En toda nuestra economía mundial, los avances hacia la igualdad de remuneración están cobrando impulso y sin embargo seguimos siendo testigos de una grave desigualdad en la fabricación de ropa y calzado.
En las fábricas, las mujeres trabajan principalmente en puestos de menor remuneración y poder. En las fábricas, los desequilibrios de poder relacionados con el género están profundamente arraigados a causa de la desigualdad cultural que existe entre hombres y mujeres en la mayoría de los países productores de prendas de vestir. En la cadena de suministro, cuanto más abajo se mire, más precario es el trabajo y cuanto menor sea la remuneración, mayor es la proporción de mujeres trabajadoras.
Transparencia en la moda
Una alentadora mejora ha tenido lugar sobre qué tan transparentes son las marcas en relación al dónde y cómo se produce la ropa. Cada vez más marcas están revelando los lugares de producción y firmando el Compromiso de Transparencia. Sin embargo, un gran número de marcas se niega a hacerlo, e incluso las marcas más progresistas no muestran aún toda su cadena de suministro, y con vagas promesas ocultan sus malos resultados en la mejora de los salarios, en lugar de presentar datos verificables y objetivos.
¿Qué esconden? Ninguna marca publica información clara sobre cuánto ganan las trabajadoras/es, ni siquiera sobre cómo pueden exactamente garantizar que sus proveedores ganan suficiente para pagar un salario digno a las trabajadoras/es. Hay además, una falta casi total de información en la cadena de suministro. Los subcontratistas, las trabajadoras/es a domicilio, los que cosechan y procesan las materias primas y los tejidos, están complemente desinformados.
El salario de pobreza no es sostenible
Es bien sabido que la industria de la confección es uno de los principales contaminadores de carbono del planeta y uno de los mayores productores de residuos, incluidos los productos químicos tóxicos que impregnan al medio ambiente y a las comunidades de trabajadoras/es. La moda actual promete ser sostenible, consciente, justa y verde, pero sin ninguna transparencia y sin salarios dignos.
El pago de los salarios de pobreza afecta directamente la sostenibilidad y la capacidad de recuperación de economías enteras. Una camisa orgánica confeccionada con salarios de pobreza no es sostenible y nunca debe ser considerada como tal. El cambio de sistema en la industria de la moda es una necesidad innegable, pero antes que todo, tiene que garantizar el sustento de los millones de trabajadoras/es de la confección, que son las personas más afectadas.
Impacto económico
Pagar un salario digno a todas las trabajadoras/es, debería ser una preocupación también para las marcas, como lo es para los activistas de los derechos laborales. Varios países productores de prendas de vestir, han sido testigos de cómo los bajos salarios y la desigualdad desencadenaron disturbios sociales en los que las trabajadoras/es, a pesar de las amenazas represivas y la violencia, retomaron las calles con total desesperación para protestar, provocando reacciones nerviosas entre las marcas mundiales que vieron interrumpido su fluido proceso de producción.
La sostenibilidad económica y la capacidad de recuperación son fundamentales para todos los Estados, pero también para los sistemas familiares y los individuos. Los salarios de pobreza agravan especialmente la situación de las mujeres, las principales cuidadoras de la sociedad de quienes se espera que realicen la mayor parte del trabajo no remunerado. Un salario digno es la única solución que conduce al logro de la igualdad de oportunidades, para que mujeres y hombres realicen y utilicen todas sus aptitudes, primer requisito de un progreso inclusivo y sostenible.
Devolver el poder después del Covid-19
La fabricación de ropa y textiles siempre ha funcionado con la explotación de la mano de. Covid-19 lo dejó perfectamente claro. Las marcas le hicieron perder miles de millones de dólares Con la cancelación innecesaria de pedidos, la paralización de las fábricas y las consecuencias devastadoras para las trabajadoras/es. Al negarse a pagar un salario con el que puedan vivir, las marcas han dejado a las trabajadoras/es que fabrican su ropa, sin recursos de sostenimiento. Millones de trabajadoras/es corren el riesgo de quedar en la indigencia y padecer de hambre, al tiempo que muchas fábricas se enfrentan al colapso económico. Desde hace muchos años, las marcas han tenido un poder excesivo sobre sus proveedores. Es hora de que esto cambie.
Para llevar a cabo este cambio necesitamos transparencia. Queremos saber dónde está el poder en la cadena de suministro: ¿Dónde se paga menos a las trabajadoras/es? ¿Dónde están los trabajadores sindicalizados? ¿Dónde están las mujeres y los trabajadores migrantes? Es hora de utilizar los datos disponibles para poner de relieve los abusos de los derechos humanos en el sector de la moda, y obtener aumentos salariales concretos, significativos y mensurables en toda la cadena de suministro. Las trabajadas/es se merecen algo mejor. Los consumidores se merecen algo mejor. Es hora de redistribuir el poder y la riqueza.