¿Qué es un salario digno?
Se gana en una semana laboral estándar de no más de 48 horas, e incluye lo suficiente para pagar la comida, el agua, la vivienda, la educación, la atención de salud, el transporte, la ropa y algunos ingresos discrecionales, incluidos los ahorros para imprevistos.
Por qué el salario mínimo no alcanza.
Los salarios mínimos legales en los países productores de prendas de vestir de todo el mundo son inferiores a un salario mínimo digno, lo que significa que las trabajadoras/es de la industria de la confección no pueden satisfacer las necesidades más básicas para ellas y sus familias. La brecha entre el salario mínimo legal y el salario mínimo digno es cada vez mayor. En muchos países, el salario mínimo está muy por debajo del salario mínimo digno. En Asia, el salario mínimo puede oscilar entre el 21% en Bangladesh y alrededor del 46% en China de un salario mínimo digno (investigación 2019). En los países productores europeos, a veces se observan diferencias aún mayores, desde el 10% en Georgia, hasta el 40% en Hungría.
Muchos países no tienen un salario mínimo legal. En los países productores, los gobiernos no tienen ningún incentivo para aumentar los salarios mínimos por temor a que las marcas desplacen sus pedidos a países donde el costo de la mano de obra es aún menor. Esta es la realidad de la industria de la moda, lo que significa que los salarios mínimos nunca se elevan al nivel de subsistencia (de acuerdo con el aumento del costo de las necesidades básicas). Además, a menudo las trabajadoras/es no están representadas en absoluto o en desigualdad de condiciones en el proceso de negociación del salario mínimo. En la mayoría de los países en los que las prendas de vestir constituyen una parte importante de las exportaciones, los salarios mínimos sólo han incrementado de manera muy limitada para ajustarse parcialmente a la inflación. Estos aumentos suelen producirse demasiado tarde y son insignificantes: en Bangladesh, por ejemplo, las trabajadoras/es peor remuneradas siguen ganando sólo la mitad de lo que exigían y necesitaban en 2016.
Puntos de referencia de salarios dignos
Calcular un salario digno no es fácil, aunque de hecho no es imposible. Varios estudiosos, sindicatos y grupos de derechos laborales han elaborado puntos de referencia creíbles para uno o varios países o regiones. Un punto de referencia sólido del salario mínimo digno tiene que:
- Ser transparente en método y conclusión
- Revisarse periódicamente para asegurar que se tienen en cuenta la inflación y el aumento de los costos de los bienes básicos.
- Fijarse en negociación con sindicatos nacionales o regionales para no aumentar la competencia salarial.
- Ser suficiente para cubrir todas las necesidades básicas de una familia, como línea de base, y permitir el ahorro. Esto incluye a las madres solteras y a las trabajadoras/es sin pareja que mantienen a dos parientes adultos mayores con un solo salario.
- AUn punto de referencia de salario digno no debe poner un piso ni un techo a los salarios, sino que tiene que ir más allá de asegurar un ingreso mínimo para todas las trabajadoras/es.
La Asia Floor Wage Alliance (Alianza asiática para el piso salarial), la Global Living Wage Coalition (Coalición mundial para el salario digno) y la Wage Indicator Foundation (Fundación para el indicador salarial), son ejemplos de puntos de referencia que cumplen estos criterios. Las Escalas de Salarios de la Fair Wear Foundation, que comparan varios puntos de referencia con los salarios mínimos locales legales, son otra herramienta útil.
El ahorro y la supervivencia
Con sus salarios actuales, las trabajadoras/es de la industria de la confección a menudo tienen que tomar decisiones difíciles sobre su atención médica o la educación de sus hijos. Es común que las trabajadoras/es se desmayen por falta de nutrición, ya que con frecuencia no ganan lo suficiente para alimentarse a sí mismas y a sus familias de manera adecuada. El estrés adicional de tener que hacer malabares con facturas y préstamos y la falta de sueño por las horas de trabajo inhumanas, tiene consecuencias de largo plazo para la salud de millones de trabajadoras/es. La mayoría tendrá que elegir entre comprar alimentos o pagar para ver a un/a médico/a.
La vida está llena de giros inesperados. Ganar un salario debería darte suficiente seguridad para enfrentarlos. Que la mayoría de las trabajadoras/es de la industria de la confección y la ropa deportiva no ganen lo suficiente para cubrir las necesidades básicas de vida, significa que no pueden sobrevivir en tiempos difíciles. Covid-19 ha hecho esto más que evidente. Las marcas cancelaron los pedidos para preservar su propio flujo de efectivo, dejando a las fábricas en su cadena de suministro, no sólo sin medios para pagar los salarios de las trabajadoras/es, sino también para cubrir todos los demás costos de producción. Muchas fábricas han cerrado, despidiendo a miles de trabajadoras/es.
Las marcas no sólo se han negado a pagar los pedidos que ya estaban en producción, incluso a veces ya en las tiendas, sino que también han ofrecido a los consumidores promociones y descuentos, dejando sin nada a las personas que están en la parte inferior de la cadena de suministro. La mayoría de las trabajadoras/es están en las calles protestando por los salarios que se les debe desde marzo, o se les está obligando a volver al trabajo sin las medidas de seguridad adecuadas. Como no tienen dinero, no tienen otra opción. Los trabajadores informales se han visto aún más afectados. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que la capacidad de ganar el sustento de 1.600 millones de trabajadoras/es en la economía informal, ha sufrido una estocada contundente por el hecho de que trabajan en uno de los sectores más golpeados por las restricciones del Covid-19.
Todos los actores de la moda entienden ahora la urgencia e importancia de replantear la industria y su modelo de negocio. Queremos que los salarios dignos estén a la vanguardia de esta conversación. Es hora de reconstruir las industrias de la confección y la ropa deportiva para garantizar un pago justo por la mano de obra y la seguridad laboral, en toda la cadena de suministro.
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Responsabilidad de la marca
Las marcas presentan todo tipo de excusas para no comprometerse a pagar un salario digno: que es responsabilidad de los proveedores o de los gobiernos; que es imposible pagarlo ya que no serían competitivos y quedarían por fuera del mercado; que los consumidores no quieren pagar más; que no hay consenso sobre cómo calcularlo, etc. Sin embargo, si bien la producción puede ser subcontratada, la responsabilidad de respetar los derechos humanos y de pagar un salario digno sigue siendo de la marca.
Los Principios rectores sobre las empresas y los derechos humanos (Principios rectores de las Naciones Unidas), establecen claramente el papel y las responsabilidades de las empresas y los Estados (Gobiernos).
Los Principios Rectores de las Naciones Unidas se basan en tres pilares:
- El deber del Estado de proteger los derechos humanos
- La responsabilidad de las empresas de respetar los derechos humanos
- Acceso a la reparación
Esto establece un principio de responsabilidad compartida entre el Estado y las empresas, lo que significa que los gobiernos tienen la obligación de proteger el derecho humano a un salario digno mediante el establecimiento de un salario mínimo legal por encima del nivel de subsistencia. Y las empresas en consecuencia, tienen que respetar el derecho humano a ganar ese salario digno.
El marco también indica claramente que la responsabilidad de respetar los derechos humanos “Existe con independencia de la capacidad y/o voluntad de los Estados de cumplir sus propias obligaciones de derechos humanos y no reduce esas obligaciones. Se trata de una responsabilidad adicional a la de cumplir las leyes y normas nacionales de protección de los derechos humanos.” En otras palabras, si los gobiernos no protegen los derechos humanos - como cuando el salario mínimo legal no alcanza el nivel mínimo de subsistencia (un salario digno) - las empresas tienen no obstante la obligación de respetar el derecho humano a un salario digno, poniendo remedio a este deficiencia estatal.
Los Principios Rectores de las Naciones Unidas establecen la responsabilidad de la cadena de suministro. Sin excepción, las empresas de producción son responsables a lo largo de su cadena, de todo impacto sobre los derechos humanos, independientemente del lugar en el que se cometan los abusos (es decir, en sus propias unidades, en las fábricas subcontratadas o con las trabajadoras/es a domicilio). En consecuencia, si bien la producción de prendas de vestir a menudo se subcontrata, la responsabilidad es de cada empresa y no puede ser delegada ni subcontratada a otras partes de la cadena.
¿Por qué hablamos de pagar a las fábricas y no a las trabajadoras/es?
Las marcas no remuneran directamente a las trabajadoras/es. Ellas pagan a sus proveedores, que luego pagan a las trabajadores de la confección. Una cadena de suministro se divide generalmente en 3 niveles de empresas proveedoras. Las marcas encargan directamente los contratos de producción a las empresas proveedoras del nivel 1 y a su vez, éstas subcontratan el pedido a otros proveedores.
Para negociar los contratos de producción con las marcas, los proveedores se ven obligados a calcular el menor costo posible de producción por artículo. Se supone que este precio es suficiente para los gastos de funcionamiento de la fábrica, incluyendo el alquiler, la electricidad, el agua y el mantenimiento, los costos de material, el envío, un margen de beneficio para la fábrica y para cubrir todos los gastos de mano de obra. A fin de competir con otras empresas de nivel 1, los proveedores calculan los costos de mano de obra sobre la base de salarios mínimos, en lugar de salarios dignos; y jornadas de diez horas, incluidas dos horas extras, en lugar de jornadas de ocho horas.
Las prácticas actuales de compra reflejan el auge de la moda rápida. Antes, la norma era cuatro estilos por año según la temporada. Esto ha cambiado desde entonces con la marca Zara que introdujo el estilo mensual. La mayoría de las principales marcas producen ahora 52 “micro-temporadas” al año. También sucede que las marcas repentinamente deciden repetir los pedidos de sus artículos más populares. El modelo actual de la industria está definido por una alta rotación de productos y la incertidumbre en la cantidad de los pedidos. La incertidumbre causada por las prácticas de los compradores, se traslada a las trabajadoras/es mediante el uso de contratos de trabajo flexibles, el desempleo durante las fluctuaciones de la producción y la presión a la baja de los salarios.
Es necesario que las marcas asuman la responsabilidad de modificar sus prácticas de compra con el fin de asegurar que sus proveedores pagan a sus trabajadoras/es. Seguiremos trabajando con las organizaciones de trabajadoras/es y los sindicatos para hacer que estos cambios sean efectivos.
Sindicatos y comités de trabajadores
Los trabajadores tienen poco o ningún poder para luchar por mejores salarios. Que la libertad sindical esté sometida a una inmensa presión y a las maniobras contra los sindicatos que luchan por salarios más altos, no es algo insólito en muchos países productores de prendas de vestir. También ha habido en los últimos dos años un notable aumento en el número de comités de trabajadores establecidos a nivel de fábrica, en lugar de sindicatos. Esto crea la falsa impresión de que los trabajadores hoy en día están organizados y son poderosos. Las marcas suelen afirmar que los comités de trabajadores y los sindicatos son esencialmente lo mismo. Esto puede ser cierto pero sólo en un pequeño porcentaje de los casos.
En lugar de promover una representación justa de las trabajadoras/es a nivel de fábrica, a menudo resulta más atractivo para las marcas, los proveedores y los gobiernos locales, apoyar estructuras alternativas que dan a las trabajadoras/es considerablemente menos poder. Los comités de trabajadores suelen contar con la participación de la dirección de la fábrica, lo que socava el derecho de las trabajadoras/es de la confección a organizarse en sindicatos sin la participación de su gobierno o empleador. Además, en algunos países como en Bangladesh, los comités de trabajadores no están autorizados - por ley - a negociar los salarios, mientras que los sindicatos sí lo están. Finalmente, esto significa que el precio que las marcas pagan por la producción, estaría protegido.
Queremos que las marcas hagan más para apoyar a las trabajadoras/es de su cadena de suministro. La recopilación de datos sobre los sindicatos y los comités de trabajadores arrojará una imagen más clara respecto a las causas y las consecuencias de los abusos a los derechos humanos en la producción de prendas de vestir y ropa deportiva.
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